lunes, 19 de marzo de 2007

BORRADOR SIETE: SOBRE LA POESÍA Y SUS MOTIVOS




Por qué queremos ser Quevedo

Es un instante,
un momento cualquiera de la infancia
en el que decidimos
desafiar el reinado de la muerte.

Varios velorios,
abuelos fallecidos
y la alusión constante
de Lázaro en la misa
nos llevan a pensar
que ya no basta
escribir iniciales en el cemento fresco,
en pupitres lustrosos o en la plaza.

Urdida la estrategia
delineamos un modo de ataque,
planeamos un futuro de eternidad
y ejercitamos el arte de la guerra;
intuimos inventos,
redondeamos canciones
y luego nos miramos la risa en el espejo
con ojos complacidos
por versos bien rimados.

Creídos de triunfo
juntamos los papeles
y esperamos serenos
que empiece el contraataque
con cierta garantía
de habernos prevenido.

Entonces nos sorprende.

Del frente nos llega la noticia
de que nuestros poemas pertenecen a Horacio,
los inventos a Edison
y las canciones a juglares medievales.

Así, medio cohibidos,
nos enfrentamos con la derrota,
envidiamos los logros de los otros
y rogamos que alcance
con fechas e iniciales
escritas en pupitres
en tanto practicamos la esperanza
de volvernos Quevedo
antes de que la muerte
nos anule del todo.